Sin hijos no por elección
Cuando la vida toma otro rumbo…
A veces, la vida no va como lo habías soñado.
Soñaste con tener un hijo, con ser una madre o un padre lleno de amor.
Pero ese momento nunca llegó. O llegó… y se fue.
Y entonces aparece el silencio. Ese vacío que nadie ve, pero que tú sientes cada día.
Ser involuntariamente una persona sin hijos duele en lo más profundo.
No es un “capítulo cerrado”, sino algo que llevas contigo:
en tu cuerpo, en tu corazón, en tus pensamientos.
Está ahí, siempre.
¿Cómo lidiar con el dolor, la ausencia, la tristeza, la impotencia, con los demás… con todo?
Mis perros y yo ofrecemos un lugar donde todo eso tiene espacio.
Tristeza. Rabia. Esperanza. Duelo. Calma. Silencio. Amor.
Un lugar donde no tienes que hablar si no salen las palabras.
Donde eres bienvenido/a.
Donde puedes sentir, y simplemente ser.
Los perros no juzgan. No esperan nada.
Simplemente están.
Y precisamente por eso, te ayudan a reconectar contigo mismo/a:
con tus emociones, tu ritmo, tu historia.
Aprendes a escuchar de nuevo lo que realmente te hace bien.
No lo que piensan los demás, ni lo que esperan, ni lo que se considera “normal”.
Sino lo que tú necesitas.
Desde la suavidad y la confianza, puedes (re)descubrir quién eres tú.
Para seguir caminando tu propio camino, paso a paso.
A veces, eso ya es suficiente.
A veces, es el inicio de algo nuevo.
Eres bienvenido/a. Tal como eres.